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En los últimos meses el nombre “Oropouche” ha empezado a aparecer en titulares latinoamericanos y en algunos partes europeos. No es moda pasajera: es un recordatorio de cómo las enfermedades transmitidas por pequeños insectos pueden viajar con nosotros. Te contamos, sin rodeos, lo esencial.

1. El protagonista
El virus Oropouche (OROV) es un Orthobunyavirus de ARN segmentado descubierto en 1955 en Trinidad y Tobago. Produce la llamada fiebre de Oropouche, un cuadro agudo que normalmente se resuelve solo, pero que puede fastidiarte una semana entera.

2. Cómo se transmite
Tiene dos ciclos:

Selvático: circula entre mamíferos silvestres (perezosos, primates, roedores).

Urbano: salta a las personas gracias al diminuto jején Culicoides paraensis (un “mosquito” de no más de 1–2 mm). Algunos mosquitos también pueden actuar como vectores, pero el principal responsable es ese jején.
Hasta la fecha no se ha demostrado transmisión persona a persona.

3. Síntomas
Tras una incubación corta (3–8 días), aparecen de forma brusca:

Fiebre, dolor de cabeza intenso (a veces retro‑ocular), dolores musculares y articulares.

Náuseas, malestar general y erupción cutánea ligera.
En un porcentaje de pacientes los síntomas mejoran y recaen a los pocos días (curso “bifásico”). Las complicaciones graves —meningitis o encefalitis— son excepcionales y la mortalidad es muy baja.

4. Diagnóstico
En fase aguda se confirma con RT‑PCR en sangre. A partir de la segunda semana pueden utilizarse pruebas serológicas (IgM, neutralización). Como los síntomas se parecen a dengue, Zika o chikungunya, es importante pensar en Oropouche en viajeros procedentes de zonas afectadas cuando esas pruebas salen negativas.

5. Tratamiento
No existe antiviral específico ni vacuna comercial. El manejo es sintomático: hidratación, antitérmicos y reposo. Autocuidado clásico, nada de milagros.

6. Situación epidemiológica y riesgo para España
La enfermedad es endémica en zonas tropicales de América Central y del Sur, donde recientemente ha ampliado su distribución geográfica y el número de casos notificados. Esto ha generado casos importados en Europa tras viajes a países afectados.
La buena noticia: el vector clave (Culicoides paraensis) no está presente en España, por lo que el riesgo de transmisión autóctona se considera muy bajo. Nuestro reto es reconocer rápido los casos importados para evitar confusiones diagnósticas y comunicar con transparencia.

7. Prevención
Para viajeros y cooperantes que se desplacen a áreas con circulación del virus:

Repelentes autorizados (DEET, icaridina, etc.) y ropa de manga larga.

Alojamientos con mallas o aire acondicionado.

Eliminación de criaderos de jejenes y mosquitos (materia orgánica húmeda, agua estancada).

En embarazadas: extremar las medidas; aunque la evidencia sobre efectos fetales es limitada, mejor prevenir.

8. Mensaje para profesionales veterinarios
El enfoque One Health es clave: la deforestación, el cambio climático y la movilidad internacional favorecen la expansión de vectores. La vigilancia de fauna silvestre y la colaboración con salud pública ayudan a anticipar riesgos. Ante un propietario que regresa de viajes tropicales con fiebre y pregunta “¿puede contagiárselo mi perro?”, la respuesta hoy es tranquilizadora: no hay evidencia de transmisión entre personas y mascotas en nuestro entorno.

En resumen: el virus Oropouche no supone una amenaza inmediata para la población española, pero ejemplifica el tipo de zoonosis emergentes que debemos vigilar. Información rigurosa y calma: esa es la receta.