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El prestigioso Diario HOY de Badajoz ha publicado en su edición del 23 de enero de 2025 un artículo elaborado por D. José Marín Sánchez Murillo, presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de Badajoz. En él, se abordan cuestiones de gran relevancia para la profesión veterinaria y su impacto en la sociedad.

A continuación, compartimos el texto íntegro del artículo publicado en dicho medio.

Biomonitorización de la dehesa: una herramienta estratégica

Las crisis sanitarias son cada vez más frecuentes y complejas, impulsadas por factores como el cambio climático, la globalización y la expansión de enfermedades emergentes. En este contexto, la biomonitorización de la dehesa emerge como una herramienta innovadora y proactiva que puede ser clave para los políticos, especialmente cuando se enfrentan a brotes de enfermedades zoonóticas transmitidas por vectores. Utilizando los propios organismos de la dehesa como indicadores de salud, la biomonitorización permite anticiparse a las crisis, adoptar decisiones informadas y coordinar respuestas eficaces ante emergencias.

Recientemente, epizootias como la lengua azul y la enfermedad hemorrágica epizoótica, causadas por un virus y transmitidas por vectores, han tenido un gran impacto sobre la ganadería y han mostrado cómo una enfermedad transmitida por insectos puede propagarse rápidamente en un ecosistema como la dehesa, que alberga ganado doméstico y silvestre. Esta crisis dejó claro que la vigilancia de estos artrópodos y la monitorización de la salud animal son fundamentales para mitigar los riesgos asociados.

La biomonitorización es una técnica que utiliza organismos vivos, como animales y plantas, para detectar señales tempranas de enfermedades emergentes en el ambiente. Esta herramienta, aplicada en la dehesa, permite identificar cambios en la circulación de patógenos. Los responsables políticos pueden adelantarse a brotes de enfermedades, tomando decisiones preventivas como restricciones de movimiento, vacunaciones o campañas de control de vectores.

En situaciones de emergencia, permitiría identificar los vectores infectados de manera temprana, facilitando la intervención rápida para evitar su propagación. Esto podría incluir la fumigación selectiva de áreas críticas o la vacunación masiva de animales. Se podrían monitorizar también las aves migratorias y otras especies de la fauna local. El muestreo de sangre y el monitoreo de la fauna permitirían detectar mutaciones en los virus antes de que se produzca la transmisión humana, lo que facilitaría la implementación de medidas preventivas como el aislamiento de áreas afectadas.

Al implementar estos sistemas, los responsables políticos no solo están gestionando crisis actuales, sino que están construyendo una infraestructura que permitirá una mayor resiliencia frente a futuras emergencias sanitarias.

A pesar de sus ventajas, la biomonitorización requiere capacitación técnica y el establecimiento de infraestructuras adecuadas. Se deben garantizar la asignación de recursos suficientes para la implementación de estos sistemas de monitoreo, así como para la capacitación de los equipos encargados de la vigilancia.

Poner en marcha todas estas medidas exige un esfuerzo considerable pero la realidad nos empuja a ello. El monitoreo vectorial implica el uso de tecnologías avanzadas que permitan la recolección y análisis de datos en tiempo real. Estamos hablando de tecnologías como Sistemas de Información Geográfica (SIG) para crear mapas detallados que integran información sobre la distribución de vectores, patrones climáticos y otros factores de riesgo. Estos sistemas ayudan a identificar áreas vulnerables y a predecir la propagación de enfermedades.

El uso de drones permitiría recopilar datos sobre grandes extensiones de terreno de manera rápida y eficiente. Los sensores térmicos pueden detectar la presencia de animales y medir su temperatura corporal para identificar signos tempranos de infecciones. Las imágenes multiespectrales analizan la vegetación y el agua estancada, que son hábitats clave para la reproducción de mosquitos.

Las trampas automáticas con sensores permiten la captura de insectos y otros vectores para su análisis. Ya existe tecnología de reconocimiento de especies mediante uso de algoritmos de inteligencia artificial (IA) para identificar especies de mosquitos o garrapatas y evaluar su capacidad vectorial. Las trampas conectadas a la nube transmiten datos en tiempo real para un monitoreo continuo.

El uso de animales centinelas permite monitorear la circulación de patógenos antes de que afecten a los humanos. Caballos y aves como centinelas para el virus del Nilo Occidental. Existe también la posibilidad de uso de dispositivos de rastreo como la colocación de collares con sensores para monitorear la salud y ubicación de los animales.

Es evidente que las condiciones climáticas influyen en la dinámica de los agentes transmisores. Las plataformas de monitoreo climático proporcionan datos como temperatura, humedad y precipitaciones. Por eso, los modelos predictivos utilizan datos climáticos para proyectar la actividad futura de los vectores. Por supuesto tenemos que integrar mapas de riesgo estableciendo la correlación de variables climáticas con la incidencia de enfermedades.

Son de gran ayuda las aplicaciones móviles y plataformas de datos que nos permiten la participación de agricultores, veterinarios y ciudadanos en el reporte de vectores o animales enfermos. Para eso existen herramientas como el crowdsourcing de datos que es el acto de recopilar servicios, ideas o contenido a través de las contribuciones de grupos amplios de personas que, por ejemplo, recopilan información sobre avistamientos de vectores.

Finalmente, habría que añadir mucho personal informático, mucho epidemiólogo, potentes ordenadores y todo ello aderezado con la IA. Estas tecnologías, combinadas, constituyen un sistema integral de biomonitorización que puede mejorar la gestión de la salud en la dehesa, reducir riesgos sanitarios y contribuir a una agricultura sostenible.

En conclusión, la biomonitorización, en este caso de la dehesa, ha demostrado su potencial en la prevención y control de epidemias. Casos recientes como la lengua azul, la gripe aviar como firme candidata a ser la próxima pandemia, la aparición de fiebre aftosa en Alemania después de 40 años, la peste porcina africana rondando cerca de nuestras fronteras…, subrayan la urgencia de contar con sistemas de monitoreo continuos que ayuden a los políticos a tomar decisiones informadas en situaciones de crisis. Invertir en esta estrategia no solo protegería la salud pública y animal, sino que también contribuiría a la sostenibilidad y seguridad del ecosistema y las comunidades rurales.