EL USO DE PEQUEÑOS RUMIANTES COMO HERRAMIENTA DE PREVENCIÓN DE INCENDIOS
Lamentablemente, en las últimas semanas no hemos parado de escuchar noticias sobre como se suceden los incendios que han devastado y devastarán en un futuro cercano nuestros bosques. Desde la Sierra de la Culebra hasta Monfragüe pasando por las Hurdes, son centenares de hectáreas las que han quedado calcinadas por el paso del fuego, multitud de ellas, prácticamente inaccesibles para los equipos de extinción de incendios debido a su orografía.
Ante este problema, se han publicado miríadas de noticas y artículos de opinión en casi todos los medios sobre la prevención de estos nefastos incendios en nuestros bosques. Una de las soluciones más recurrentes ha sido el plantear el uso de pequeños rumiantes como herramienta para “limpiar” estas zonas de terreno que como hemos comentado, por su orografía, presentan dificultades para la retirada de vegetaciones que puedan convertirse en biocombustible para alimentar a los fuegos.
Si bien es cierto que nuestros montes no están sucios como tal, y que las jaras y retamas, plantas con una imprescindible función en nuestros ecosistemas, en épocas calurosas como el verano arden con facilidad, el problema no se soluciona retirándolas y ya está. Es más complejo, pero si que se pueden empezar a realizar buenas prácticas en materia de prevención de incendios forestales y la actividad silvopastoral centrada en reducir la densidad vegetal en las zonas más sensibles al fuego ha de ser una prioridad.
En primer lugar, y a modo de opinión, creo que esta herramienta debería no sólo utilizarse en estos terrenos de naturaleza abrupta, sino en aquellos terrenos con abundante vegetación en los que sí puede entrar el hombre con desbrozadoras y otras herramientas de retirada de biocombustible. Estudios realizados en Andalucía, donde existe el RAPCA (Red de Áreas Pasto-Cortafuegos de Andalucía), han demostrado una similar eficacia en el resultado final comparando ambos métodos, pero una significativa reducción en el gasto económico al emplear ovejas y cabras para esta tarea.
Pero ¿Realmente como sociedad queremos esto? Es fácil pensar que sí, pero si echamos un vistazo a los censos ganaderos vemos que el ganado caprino y ovino han sufrido un descenso de 7 millones de animales desde 2012 hasta el día de hoy, lo que pone sobre la mesa que mostramos un creciente desinterés por los productos derivados de la cría de ganado tanto ovino como caprino.
Esta tendencia, a priori, va a resultar difícil de cambiar, no sólo por el creciente éxodo rural que se está produciendo en gran parte de nuestro país, sino también por el debate generado acerca de las contaminaciones emitidas por la actividad agrícola-ganadera, como si las grandes poblaciones no emitiesen gases contaminantes o vertiesen distintas sustancias nocivas a nuestras cuencas hidrográficas.
Pero para darle la vuelta al escenario actual, quizá una de las primeras acciones que podemos llevar a cabo es la de promover el consumo de productos generados por estos rumiantes, capaces de convertir los rastrojos de los montes, en carnes y productos lácteos de excelentes calidades.
El consumo de estos productos fomentaría además la biodiversidad, ya que las razas autóctonas, muchas de ellas en serio peligro de extinción como puede ser la cabra retinta, serían las más adecuadas a la hora de manejarse en nuestras praderas y montañas, pudiendo ramonear de manera más eficiente.
La creación de un sistema como el mencionado RAPCA de nuestra comunidad vecina, fomenta la profesionalización y la dignificación de la figura del pastor, convirtiéndola en una profesión que realiza una importante labor para evitar imágenes de los fuegos arrasando nuestro preciado medio ambiente. Convirtiéndose así en una herramienta adicional para fomentar la vida en nuestros pueblos.
Extremadura, reúne las condiciones necesarias para convertirse en un ejemplo en materia de prevención frente a incendios mediante el empleo de pequeños rumiantes, pudiendo evitar en un futuro que vuelvan a repetirse imágenes como las que hemos tenido que ver en la provincia de Cáceres en el mes de julio.
Bibliografía disponible para aquel que lo desee llamando al Colegio Oficial de Veterinarios de Badajoz.