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Cómo gestionar los problemas de nuestros felinos en el hogar

(NOTICIA OFRECIDA POR LA WEB DE GEMCA, AVEPA.)

En la especie felina, la agresividad y la eliminación inadecuada son los dos problemas de conducta más consultados en los centros de referencia de medicina del comportamiento. Si nos fijamos en la agresividad, la prevalencia varía según el estudio, en algunos es más frecuente la dirigida hacia personas en otros, la dirigida hacia otros gatos.

La motivación de las conductas agresivas entre gatos puede ser territorial, por miedo, el juego o predación, la frustración o como conducta redirigida. Asimismo, los sistemas emocionales implicados son el de búsqueda y juego social en la agresividad por juego o predación; la frustración, el miedo-ansiedad y el dolor en el resto de agresividades.

Los signos conductuales observados comprenden desde el lenguaje corporal ofensivo o defensivo, el bloqueo al acceso a zonas o recursos de la casa, las persecuciones y huidas, a las peleas que causan lesiones graves.

El inicio de la conducta agresiva puede variar. En ocasiones puede aparecer alrededor del año de edad coincidiendo con la madurez sexual. Otras veces, es la introducción de un nuevo gato en la familia, los intentos persistentes de juego del más joven al más sedentario o después de visitar al veterinario. Un inicio más agudo se asocia a una agresividad redirigida, a un problema médico (dolor, hipertiroidismo, olor específico de una enfermedad como otitis o impactación anal, etc.), o a un cambio del entorno social o físico. En la mayoría de ocasiones, la agresión es unidireccional: agresor- víctima.

 

¿Es necesario que los gatos convivan con otros gatos?

La respuesta es “NO”, aunque las investigaciones en gatos domésticos indican que algunos se estresan por no vivir con congéneres y otros por vivir con ellos. El gato doméstico establece relaciones sociales con los humanos y con otros gatos cuando vive en libertad, si bien no hay evidencias del comportamiento social intraespecífico del Felis silvestris lybica (antecesor del gato doméstico), una explicación es que la formación de grupos evolucionara con la domesticación.

El comportamiento social del gato depende de una serie de factores genéticos y de factores ambientales. Podemos decir que el gato tiene un sistema social facultativo y que se adapta según las condiciones del entorno y la concentración de recursos. Sin embargo, presenta algunas desventajas para la vida social ya que carecen de señales ritualizadas como podemos encontrar en otras especies. En su caso el frotado y el lamido entre los gatos mantiene la cohesión en las colonias y crea un vínculo afiliativo que facilita una  relación social duradera entre ellos, además, la dirección de estas interacciones parece ser estable.

Por otra parte, un gato asilvestrado puede tener un territorio medio de entre 5 a 6.200 km, mientras que a los gatos domésticos se les ofrece un espacio artificial con paredes y puertas en el que tienen que compartir el tiempo con otros gatos, y no pueden tener la opción de evitarse o de mantener una distancia adecuada. De hecho, la agresividad entre gatos, es más frecuente si el área de dispersión es más pequeña.

 

En hogares con dos o más gatos, ¿cuáles son los indicadores que podrían sugerir un conflicto entre ellos?

  • Interactúan por separado con el tutor, evitando el contacto físico.
  • Permanecen en zonas alejadas de la casa .
  • Se observan atentamente el uno al otro.
  • Se muestran tensos si están en la misma habitación.
  • Duermen en lugares muy separados y no están relajados mientras descansan.
  • Restringen el movimiento del otro gato o lo desplazan.
  • Bloquean el acceso a los recursos al otro gato.
  • Aumento del acicalado.
  • Aumento del marcaje con las uñas.
  • Sacudidas de cabeza.
  • Periuria.
  • Gruñen o bufan en los encuentros.
  • Sacudidas de cola, aplanamiento de orejas, pelo erizado, dilatación de pupilas
  • Maullidos, postura intimidatoria con miembros rígidos, mirada fija, cola rígida, movimiento hacia el objetivo.
  • Se persiguen o huyen el uno del otro.
  • Ataque o lucha entre los gatos.
Blowearts

 

La comunicación felina no siempre requiere intervención. Ahora bien, los ataques frecuentes, los cambios en los hábitos o en la conducta y la aparición de lesiones en uno o más gatos es una señal importante de intervención ya que, entre otras cosas, afecta negativamente a su bienestar.

 

Claves para el tratamiento

1. Gestión del entorno cubriendo las necesidades y requerimientos ambientales de la especie felina

Ofrecer un número y distribución de recursos adecuado al número y preferencias de los gatos (consultar la publicación Gemca: Hogares multigato: claves para el bienestar). Aumentar el número de lugares seguros, facilitar vías de escape y dar acceso a más espacio.

En los casos de agresividad por juego: aumentar las posibilidades de juego, ejercicio físico y estimulación mental.

 

2. Medidas concretas

Educar a los tutores en el lenguaje de los gatos para poder interpretar la situación dándoles estrategias de interrupción de conflictos o de juego intenso: tocando el timbre, condicionando un clicker o si la situación es más grave cogiendo a uno de los gatos con una manta o colocándole un cesto encima. Después del ataque la separación de los gatos debe ser de varias horas hasta que se hayan calmado.

 

3. Protocolo de reintroducción

Los gatos reconocen a los miembros de la colonia frente a los que no lo son. Dentro de las colonias las peleas con contacto físicos son muy raras, sí se observan posturas de amenaza y vocalizaciones, sin embargo, la mayoría de los miembros de la colonia muestran agresividad hacia los gatos desconocidos. No obstante, si los no miembros de la colonia son persistentes en sus intentos de unirse a ella, pueden acabar integrándose en el grupo, pero sólo mediante un proceso gradual que implica un número elevado de interacciones.

Observando el proceso natural el protocolo de introducción busca habituar al olor, a la visión y a la presencia del gato. Se aconseja su aplicación en la introducción de nuevos gatos en el hogar, después de visitas al veterinario y en los casos de agresividad en los que ha sido necesario separar a los gatos.

1ª Fase: cambio de territorios.

Por uno o varios periodos de tiempo al día, cada uno de los gatos implicados en el conflicto accede a la zona del otro gato para familiarizarse con el olor.

2ª Fase: transferencia de olor.

Se frota un paño en la mejilla y zonas periorales del gato para recoger las feromonas faciales y ofrecérselo al otro gato. Si el gato lo acepta bien podemos frotárselo para recoger sus feromonas y ofrecerlo al primer gato.

3ª Fase: adaptación a la visión a través de un cristal o de una rejilla.

Los gatos empiezan a verse y se les ofrece alguna actividad agradable con una distancia suficiente y en ejercicios cortos, poco a poco se reduce la distancia. El lenguaje del gato, en esta y en todas las fases, es el que indica el avance en la dificultad de la sesión y en el paso de una fase a la siguiente.

4ª Fase: acceso al contacto físico supervisado, se eliminan las barreras.

5ª Fase: contacto físico sin supervisión.

En cada una de las fases se realiza una asociación positiva al otro gato en diferentes contextos utilizando las caricias, la comida sabrosa, el juego tranquilo o el cepillado.

 

4. Feromonas y psicofármacos

El uso de difusores de análogos sintéticos de feromonas faciales puede resultar de ayuda. Colocarlo en las zonas en las que los gatos permanecen más tiempo.

En algunos casos es necesario tratar la impulsividad, la ansiedad o el miedo del agresor o de la víctima con psicofármacos.

 

¿Cómo lo podemos prevenir?

De forma general, para prevenir esta forma de agresividad se recomienda:

  • Valorar la necesidad de adoptar a un nuevo gato.
  • Analizar las características del hogar y el entorno cercano.
  • Adoptar a gatos emparentados o que han pasado juntos el periodo de socialización.
  • Si en la casa viven gatos adultos, no gerontes, adoptar a un gatito joven.
  • Evaluar el temperamento y las conductas sociales del gato.
  • Aplicar el protocolo de reintroducción en la entrada de nuevos gatos y después de episodios de estrés o de cambios.

Es importante, en resumen, supervisar y si es preciso consultar con un veterinario etólogo la conducta de los gatos que conviven con otros gatos. El comportamiento social del gato es flexible, ahora bien, el estrés social crónico causa una merma en el bienestar del animal que puede repercutir en su estado emocional derivando en problemas de salud o de conducta.

ENLACE DE LA NOTICIA ORIGINAL:

Agresividad entre gatos que conviven – GEMCA