Un equipo europeo ha publicado un mapa mundial que muestra dónde es más probable que surjan los próximos brotes de enfermedades con potencial epidémico o pandémico y qué países son más vulnerables.
¿Qué estudiaron exactamente?
Analizaron los brotes humanos registrados entre 1975 y 2020 de nueve enfermedades prioritarias de la OMS (Ebola, Lassa, fiebre hemorrágica de Crimea‑Congo, Marburgo, MERS, SARS, Nipah, fiebre del Valle del Rift y Zika; se excluyó COVID‑19 para no distorsionar los datos) y los compararon con información ambiental y social del mismo periodo.
¿Cómo lo hicieron?
Usaron modelos de “aprendizaje automático” para combinar los lugares donde han ocurrido brotes con nueve factores humanos y ambientales: temperaturas, lluvia, déficit de agua, cambios de uso del suelo, cercanía entre población y bosques, pérdida de biodiversidad, densidad de ganado, frecuencia de cambios de uso del suelo y densidad de población. Además corrigieron el sesgo de “dónde se detecta más” incorporando el tiempo de viaje hasta un centro sanitario (si un brote ocurre lejos de la sanidad, es más fácil que pase desapercibido).
Principales resultados
El 9,3% de la superficie terrestre se encuentra en riesgo alto o muy alto de estos brotes, sobre todo en América Latina y Oceanía, mientras que Europa apenas aparece en el mapa.
Si miramos a la gente y no solo al suelo, el 20% de la población mundial vive en zonas de riesgo medio y el 3% en zonas de riesgo alto/muy alto.
¿Qué factores elevan el riesgo?
El estudio confirma que el cambio climático y cómo usamos el territorio están detrás de gran parte del problema: las zonas con temperaturas máximas y mínimas más altas y más lluvia (hasta cierto punto) concentran más brotes, igual que aquellas con déficit de agua moderado, donde animales y personas se agrupan alrededor de los pocos recursos disponibles.
También pesan los cambios de uso del suelo, la cercanía entre la gente y los bosques y la pérdida de biodiversidad, que muestran una relación compleja: una pérdida inicial aumenta el riesgo, pero pérdidas extremas pueden reducirlo al desaparecer ciertos hospedadores.
Entre todos los factores, el que más empuja el riesgo es la densidad de población humana, por la facilidad para que un patógeno se propague en ciudades densas y mal planificadas.
¿Qué países son más vulnerables?
Los autores crean un “índice de riesgo epidémico” que combina el riesgo ambiental con la capacidad del país para responder (datos oficiales de la OMS). Así, por ejemplo, Papúa Nueva Guinea aparece como caso crítico, mientras que otros países con alto riesgo ambiental reducen su vulnerabilidad gracias a mejores sistemas de vigilancia y respuesta.
¿Por qué importa?
Este trabajo ayuda a priorizar dónde reforzar la vigilancia, la conservación ambiental y la preparación sanitaria. La combinación de clima cambiante, deforestación, urbanización rápida y movilidad humana seguirá creando ventanas para nuevos brotes si no actuamos.
Limitaciones
El modelo junta varias enfermedades distintas (lo que puede ocultar matices) y el indicador de capacidad sanitaria se basa en datos autodeclarados por los países, que podrían no ser perfectos. Aun así, ofrece una base sólida para planificar políticas preventivas.
En resumen: El mapa del riesgo epidémico no es una bola de cristal, pero sí una brújula: señala las zonas y circunstancias donde debemos invertir hoy para evitar las emergencias de mañana.
¿Y España?
Según el estudio, Europa apenas concentra una fracción mínima de las zonas de mayor riesgo y España no aparece destacada. Nuestro país combina un entorno ambiental menos propicio para estas enfermedades y una buena capacidad sanitaria, por lo que el riesgo de grandes brotes originados aquí es bajo. Aun así, la globalización y el cambio climático pueden traer casos importados, así que la vigilancia “One Health” sigue siendo clave.