La Segunda Guerra Mundial no solo transformó el mapa político global, la economía o la tecnología; también tuvo efectos sorprendentes y duraderos en ámbitos cotidianos, como la alimentación de los animales de compañía y el papel que los perros comenzaron a desempeñar en el seno de los hogares.
El metal, la munición… y el fin de las latas para perros
Durante el conflicto, materiales como el aluminio y el acero fueron considerados recursos estratégicos por los gobiernos, destinados casi en exclusiva a la fabricación de armas, munición, vehículos y aviones de guerra. Esto obligó a racionar su uso en el sector civil, y entre los productos afectados se encontraba la comida para mascotas.
Hasta entonces, los perros eran alimentados en muchos casos con restos de comida o con alimentos enlatados elaborados a partir de subproductos cárnicos. Sin embargo, el racionamiento de latas y la prioridad bélica obligaron a suspender o limitar seriamente su producción, forzando a la industria a buscar soluciones alternativas.
El nacimiento del pienso seco: una solución de guerra que llegó para quedarse
Ante esta situación, varias empresas comenzaron a desarrollar alimentos deshidratados o extrusionados, los precursores de lo que hoy conocemos como piensos secos. Estos productos:
No requerían envases metálicos.
Tenían una larga vida útil sin necesidad de refrigeración.
Eran más ligeros y económicos de transportar.
Permitían estandarizar y controlar mejor los aportes nutricionales.
Lo que en principio surgió como una medida de emergencia pronto demostró su eficacia y aceptación. Tras la guerra, el pienso seco no solo persistió, sino que se consolidó como el alimento más práctico y accesible para las familias, especialmente en entornos urbanos.
El auge del perro como animal de compañía en el hogar moderno
El período de posguerra trajo consigo un proceso de urbanización acelerada y cambios profundos en los hábitos de vida de las personas. Muchos hogares dejaron de estar vinculados al medio rural, y los perros —que tradicionalmente habían cumplido funciones de guarda, pastoreo o caza— comenzaron a desempeñar un nuevo rol: el de compañeros domésticos.
Esto coincidió con:
El desarrollo de una clase media urbana con mayor poder adquisitivo.
Una creciente sensibilización hacia el bienestar animal.
La necesidad de una alimentación cómoda, higiénica y equilibrada para estos nuevos miembros del hogar.
Así, lo que había sido una adaptación por necesidad durante la guerra se convirtió en una industria moderna dedicada a la nutrición animal, con una expansión imparable durante las décadas posteriores.
Una transformación con efectos duraderos
Hoy, el pienso seco sigue siendo el tipo de alimento más común para perros y gatos en todo el mundo, con una industria que combina avances científicos, control de calidad y sostenibilidad. Y aunque la mayoría de los propietarios actuales desconoce su origen, su existencia está profundamente ligada a un capítulo clave del siglo XX: la Segunda Guerra Mundial.
El conflicto que alteró la historia del planeta también transformó, de forma silenciosa pero profunda, nuestra relación con los animales de compañía y la manera en que los cuidamos.
Desde el Colegio Oficial de Veterinarios de Badajoz seguimos poniendo en valor el conocimiento, la historia y el compromiso con el bienestar animal. Porque comprender nuestro pasado nos ayuda a cuidar mejor en el presente.